Android vs. iOS

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Estos últimos dos meses he estado trasteando bastante con los móviles de gama alta, Android y iOS. Incluso parecía que en ocasiones era el único tema del que podía hablar, así que ahí van mis ánimos a quien me haya tenido que aguantar durante este tiempo.

Tras casi tres años de servicio y más de un año declarado oficialmente obsoleto, creía que había llegado la hora de jubilar mi viejo iPhone 3G y sustituirlo por alguno de los nuevos teléfonos de gama alta: un iPhone 4S o un Samsung Galaxy S II. Dadas las dificultades de conseguir un iPhone 4S subvencionado y a que había oído hablar muy bien de Android, lo había probado y me había gustado (y había flipado con el vídeo de Ice Cream Sandwich, todo hay que decirlo), al final me decidí por el Samsung Galaxy S II.

Tengo una mente abierta, aunque tengo que reconocer que soy algo puntilloso y exigente. Creo que esto provocó que en poco más de una semana estuviera deseando tirar el teléfono con Android contra una pared de pura frustración. Al final lo he vendido de segunda mano y he vuelto al universo iOS con un iPhone 4S.

No todo es malo, así que voy a comenzar por las partes buenas de Android que echo de menos en iOS:

  • La list de contactos está integrada e incluye los datos de Google, Twitter LinkedIn, Facebook y WhatsApp.
  • Las aplicaciones de Google están muy bien y son mejores que las contrapartidas de iOS.
  • Hay una mayor integración de aplicaciones entre sí.
  • Con Android 4.0.3 se puede utilizar Chrome, que tiene sincronización de marcadores.
  • Hay más aplicaciones variadas que son interesantes y cuya versión de escritorio ya utilizaba.
  • Sistema unificado de ficheros.
  • Fotos panorámicas en el sistema base.

Sin embargo, Android está plagado de fallitos y de detalles mal acabados que acaban haciendo que la experiencia de uso sea frustrante. Tal vez algunos de los puntos sean más debidos a Samsung que a Google, pero ahí van de todos modos:

  • La integración de contactos de Twitter no funciona.
  • Una aplicación que se cuelgue es capaz de tumbar todo el sistema.
  • En general el sistema es más lento y se atasca, por potente que sea el hardware que haya por debajo.
  • Hay problemas conocidos en el componente de sincronización con Exchange, que hacen que en ocasiones entre en un bucle que vacía la batería en un par de horas. Está detectado desde hace un par de años, pero no se arregla ni se soluciona.
  • Las citas del calendario de Google incorporan invitaciones a los afectados, lo cual es horriblemente molesto en calendarios compartidos. De nuevo, está detectado desde hace más de un año pero no se soluciona.
  • El teléfono se calienta horriblemente a la que se intenta hacer algo más que tenerlo en espera.
  • No hay una forma razonable de hacer una copia de seguridad completa.
  • No hay un mecanismo de sincronización fácil más allá de la copia de ficheros manuales en el sistema de archivos montado como unidad USB.
  • Hay muy poca estabilidad en los lanzadores no oficiales.
  • Las aplicaciones de teclado tampoco son demasiado estables.
  • Se producen reinicios aleatorios y relativamente frecuentes.
  • Hay aplicaciones que se borran solas. Restaurando con un back-up de Titanium conseguí que el teléfono entrara en un bucle de reinicios sin fin.
  • Mis aplicaciones de gestión personal daban muchos (pero muchos) problemas de sincronización.
  • He sido atacado por mensajes push no deseados de todo tipo.
  • Las aplicaciones de Google Play no me han inspirado demasiada confianza.
  • Las aplicaciones novedosas llegan más tarde a Android que a iOS.
  • No me gustan los botones cuadrados, pero sí los redondeados.
  • Odio las aplicaciones de letras blancas sobre fondo negro, aunque haya un motivo de reducir consumo de batería.

Como sistema con potencial Android es fantástico. Ahora bien, necesita una máquina poderosa y se debe reconocer el mérito de iOS de funcionar en un hardware inferior con prestaciones similares o superiores. Tampoco ofrece una experiencia de usuario consistente, ni da las herramientas necesarias para el mantenimiento adecuado del teléfono (aunque tal vez Google Drive sea la solución a esto). Tras acostumbrarme a iTunes, restaurar copias de seguridad (en unas 10 actualizaciones de sistema operativo creo que no he perdido ningún dato aún), sincronizar listas de reproducción y otras maravillas (en 10 minutos tenía el móvil nuevo en el mismo estado que el antiguo y con las nuevas opciones configuradas), el vacío presente en el universo de Android me asusta.

Tampoco entiendo los clamores de libertad: Android no es libre, al menos no lo suficiente como para hacer funcionar un teléfono por completo (el núcleo sí que lo es, claro). Pero el ecosistema permite que surjan ROM’s de todo tipo, con relativamente poco soporte, poco estables o con funcionalidad incompleta. Poca gente (casi nadie) ha cambiado el kernel del sistema, o ha flasheado una ROM. Algunos ni siquiera han instalado aplicaciones. Pero lo peor es que las herramientas necesarias para hacer esto, y las de copia y sincronización, funcionan mejor en Windows que en otros sistemas. Todo esto por la libertad.

Como usuario me parece mucho mejor la experiencia que proporciona iOS, que se puede resumir en que los caminos para hacer cosas están limitados, pero lo que se puede hacer, que cubre la gran mayoría de necesidades, simplemente funciona. Si bien se corre el peligro de un recorte de la libertad de uso de los dispositivos, en realidad Apple y iOS están consiguiendo traspasar la frontera entre tecnología y usuarios eliminando la capa de frikismo que suele interponerse y que dificulta su utilización.

Pienso que uno se acostumbra al primer smartphone que utiliza. No obstante, invito a los usuarios de Android a hacer el paso inverso que yo he hecho y a que descubran qué se siente al poder dedicar el tiempo a hacer cosas productivas con iOS y no a colocar los iconos por decimoséptima vez en el lanzador. Tal vez no vuelvan atrás: en mi caso prefería utilizar iOS 4.1.2 con un iPhone 3G a Android 4.0.3 con un Samsung Galaxy S II, que a pesar de las numeraciones están separados por dos generaciones de sistemas operativos y hay un abismo a nivel hardware.

Es una pena, pero veo que por culpa de Android y por otras muchas cosas Google se está hundiendo en la mediocridad.

Hasta aquí quiero leer. Me he vendido a Apple; soy un forofo de la simplicidad y de las cosas que funcionan. ¿Es eso malo, acaso?

Stanza 3.1 on an old iPhone 3G

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I think that the very first application I installed on my old iPhone 3G was the Stanza e-book reader (please note that I link to the Wikipedia article and not to the application website – already non-existing – or to the iTunes App Store application – which may disappear at any moment).

It is a fantastic, fast, responsive and user-friendly e-book reader application mainly focused on the ePub format. However, it is dying.

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¿Actualizaciones limpias? Ya…

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Esta semana he conseguido mejorar sustancialmente la velocidad de mi iPhone 3G con iOS4. Estaba buscando soluciones porque el teléfono se había vuelto totalmente inutilizable.

Lo que hice fue, tal como se sugería en algunos foros, restaurar las opciones de fábrica y volver a añadir todo lo que tenía. Parecía mucho trabajo, pero no podía utilizar el aparato, así que me puse manos a la obra. Como los correos, calendarios y contactos me viven en Internet no tuve grandes complicaciones, y el resultado ha sido espectacular. De pensar en tirar el teléfono o meterlo en una batidora he pasado a pensar que puede aguantar bastante más.

Esto, y la experiencia con las actualizaciones semestrales de Ubuntu, me hacen pensar que las actualizaciones al vuelo no son siempre buenas, y que estos mecanismos nunca se pueden controlar del todo. Lo mejor para evitar problemas es reinstalar de cero, tras haber hecho los cambios pertinentes para evitar pérdidas de datos y minimizar la configuración a realizar.